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Mi historia

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La historia de mi camino en el Yoga

Todo empezó en 2014… 

Me sumí en una depresión que se llevó mis ganas de vivir, mi apetito, mi alegría, mi esencia…

Mi único deseo en ese momento durante 8 meses, con sus largos días y sus larguísimas noches, era que pasase el día lo más rápido posible, sólo quería dormir, era el único momento de mi vida en el que nada me dolía, en el que no me sentía vulnerable…

Tomaba medicación, tres diferentes, una para abrirme el apetito, otra para calmar la ansiedad y otra para poder dormir. Era un fantasma, vivía en cuerpo, pero sin vida realmente.

Poco a poco, empecé a salir de ese agujero negro y me dí cuenta de la gran importancia de cuidar la salud mental a diario, leía muchos libros de Mindfullness, leía acerca de la mente, de cómo funciona nuestro cerebro y comencé a leer también textos que hablaban sobre el desapego, sobre la impernanecia…en este momento estaba practicando JNANA YOGA sin saberlo…

Conseguí salir de esa depresión después de unos muy duros meses de trabajo interno, volví a trabajar y decidí opositar al Cuerpo Nacional de Policía, mientras estudiaba mi segunda carrera, Criminología (la primera carrera que hice fue Periodismo). Me había entrado una curiosidad tan grande, el tema de la mente, que estuve pensando si estudiar Psicología, pero finalmente me decanté por mentes más “complejas”. Y fue en este momento en el que me encontré de bruces con el HATHA YOGA.

Vivía estresada, había decidido ocupar todo mi tiempo en actividad, sin permitirme parar a estar conmigo o simplemente a observar si la vida que estaba llevando era la que realmente quería. Con la oposición, el trabajo de 8 horas, el grado, llevar una casa, las mascotas, tener tiempo para la pareja y la estresante vida en Madrid, decidí encontrar momentos aunque fuese únicamente 15 minutos al día para practicar Yoga.

Y tomé esa decisión porque en el trabajo, por mi forma de  expresarme, por cómo solucionaba los conflictos en un trabajo cara al público, por cómo me relacionaba con la gente y por el cambio que había pegado desde aquella depresión, mis compañeros me llamaban “la yogui” sin todavía haber practicado ninguna asana, alguno incluso me llamaba Siddhartha (libro que recomiendo leer, por cierto).

Y así fue como la vida me fue llevando hacia el Yoga, después de años de práctica. Decidí dejar mi vida “cómoda” en Madrid, con mi trabajo, mi familia, mi pareja, mis amigos, todo lo que la sociedad dicta y me fui a Alicante.

Y fue en Alicante, donde resido actualmente donde me reencontré con mi esencia, aquella que había perdido tras años de no escucharme, tras años de no parar, tras años de no haber disfrutado del remonte de aquella caída.

Decidí realizar el primer curso que te titula como instructora de Yoga con la Escuela Internacional de Yoga de Mayte Criado, sólo con la intención de saber más acerca de esta filosofía de vida con la que me había topado de frente. En un principio no tenía absolutamente ninguna intención de ser profesora, pero nuevamente la vida me llevó a ello.


En el mismo momento en el que terminé ese primer curso, me empezaron a llover ofertas de empleo en diversas plataformas online y esto me sirvió muchísimo para empezar a tener más experiencia. No tiene nada que ver la práctica personal con el transmitir a otros.

Combinaba mi trabajo con dar clases de Yoga en plataformas, además de personalizadas individuales en la playa  y decidí seguir con mi formación y dar un pasito más esta vez con los Kashis de India. 

La idea era hacer esta formación en GOA, pero tuve otro proceso que transitar en mi vida y lo acabé haciendo online.

Después de la experiencia que fui adquiriendo en esos dos años, me despidieron de mi trabajo. Esta historia, como casi todo en mi vida, también es mágica. Estuve planteándome pedir una excedencia, para probar si podía vivir el Yoga o no y me puse de fecha el mes de enero. En enero me despidieron.

Cuidado con lo que pides al universo, te lo concede

Finalmente mi camino estaba claro, ahora quedaba la gran pregunta ¿dónde?. Hice dos viajes durante este parón, un primero a Ibiza y un segundo a Lanzarote. Ambos fueron increíbles y conocí a gente muy especial.

En Lanzarote me ofrecieron empleo e incluso hospedaje gratuito por dos meses. Durante un mes me estuve planteando dónde asentarme, si intentarlo en Lanzarote o si finalmente casarme con Alicante, la ciudad que tanto me ha dado y donde tanto he crecido y aprendido.

Y sin pensarlo demasiado, me decidí y me embarqué en una aventura increíblemente dura y gratificante a partes iguales. Pasé de tener un sueldo fijo al mes a ser autónoma con todo lo que ello conlleva y con algo de miedo, no lo voy a negar, abrí MoonYoga.

Aún me queda muchísimo por aprender, de este apasionante mundo que es el Yoga y no veo el momento de seguir creciendo en este apasionante camino.

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